Existe constancia de buen numero de paloteados en al Ribera Navarra hasta finales del siglo pasado, pero el mejor conservado en la actualidad es sin lugar a dudas el paloteado de San Miguel de Cortes, que se ejecuta en la procesión del 29 de septiembre, día del patrón de la localidad.
Se cree que se inició en Cortes a finales del siglo XIX bajo la denominación popular de Paloteau. Sin embargo se han localizado pocos escritos que recuerden estos primeros años. Durante la Guerra Civil y posterior post-guerra, la tradición decayó hasta que en 1956 un grupo de jóvenes cortesinos trabajó en la recuperación de este acto. Con el paso del tiempo se fue incorporando el grupo de chicasdando lugar a la formación actual de dos grupos: uno de ocho chicos y otro de ocho chicas.
Los personajes que intervienen son: el mayoral, que es el director del grupo, un ángel, un diablo, el rabadán, o jefe de pastores, y los ocho danzantes. El mayoral viste un chaleco negro sobre la camisa y el ángel es un niño o niña vestido de primera comunión con alas y llevando una corta espada. El diablo actúa de rojo con cuernos y cola y lleva una horca, y el rabadán un palo con flores en la punta. Los danzaris visten camisa, pantalón y chaquetilla blancos, esta última adornada con pasamanería verde, faja y boina rojas, alpargatas con cintas cruzadas de color rojo, como tocado un pañuelo de colores y un gran pañuelo cruzado del hombro izquierdo al costado derecho. Los instrumentos musicales son la gaita acompañada del tambor.
La actuación de este grupo comienza en el inicio de la procesión en la puerta de la iglesia. Los danzantes, al final de la melodía llamada Cortesías hacen tres reverencias al santo, viene el cambio de filas, avanza el cortejo con el mayoral en cabeza seguido de los danzantes en dos filas, detrás y juntos el ángel y el diablo y al final el rabadán y la imagen de San Miguel.
Después de una especial entrada comienza el pasacalles que se repite cuantas veces se quiera y que consiste en un solemne paloteado en que golpean fuertemente unos palos verdes de puntas rojas que llevan cada uno de los danzantes colgados de las muñecas. Los demás personajes no actúan, pero el diablo a lo largo de la procesión además hace gestos y muecas e incluso dice malas palabras contra el ángel y contra San Miguel y amenaza a todos con la horca.
El mismo día a las cinco de la tarde sobre un escenario elevado en la plaza comienza el acto folklórico en el que intervienen los doce personajes antedichos. En una primera parte el mayoral saluda al ángel y a la concurrencia y recita versos sobre acontecimientos locales; después el rabadán fustiga jocosamente los vicios de sus paisanos, mozos, mozas, viudos y casados, y tampoco falta el discurso del diablo que amenaza a todos los presentes. La escena termina con la victoria del ángel sobre el diablo.
A continuación también los danzantes recitan sus versos en forma humorística, el mayoral y el rabadán les replican, y una vez finalizados, comienza el vals con música de gaita y los golpes secos y sonoros de los paloteadores, al que sigue el trenzado sencillo y doble y la jota.